Durante seis años en la administración de Felipe Calderón se hablo de algunos estadistas sin comprobar quienes fueron, pero en los hechos concretos quien se comportó como una autentica estadista fue Margarita Zavala, primera Dama del país.

Rompiendo la controvertida presencia de sus antecesoras, Margarita Zavala supo imprimir en su sencillez, inteligencia y mesura un perfil interesante como primera Dama de la nación atemperando en innumerables ocasiones las reacciones airadas de Felipe Calderón.

El discreto paso de Paloma Cordero de la Madrid, el misterio y glamour de Cecilia Occelli de Salinas, la opacidad de Nilda Patricia de Zedillo, el protagonismo excesivo de Martha Sahagún, finalmente Margarita presentó un estilo de una primera Dama que paso por la lucha desde la oposición del PAN, diputada federal, y un probado conocimiento de la práctica y operación política.

Margarita tal vez no reciba el reconocimiento que la historia le merece, en particular aquellos momentos que fueron muchos donde fue un factor decisivo en las decisiones del Presidente de la República en materia de gobernabilidad y sentido común en las decisiones políticas.

Dos eventos significativos tan solo, dan cuenta de la mesura que implico la suave mano de Margarita Zavala en las decisiones de su esposo Felipe Calderón, vamos por partes:

El encuentro en Ciudad Juárez con familiares de víctimas de la violencia, Margarita Zavala en silencio, aplomada a la izquierda de un Felipe Calderón que tuvo que hacer gala de tolerancia y escucha ante los sentidos y sobre todo legítimos reclamos de los juarenses que durante la guerra estéril de Calderón no alcanzan a ver la luz de la tan anhelada paz.

En ese episodio Felipe Calderón salió bien librado por los oficios y tranquilidad que le transmitió Margarita.

Otro momento crítico fue previo al encuentro programado en la residencia oficial de Los Pinos entre Felipe Calderón y Javier Sicilia. La orden de Calderón de cancelar el evento fue atendida con sabiduría salomónica por Margarita Zavala quien insistió hasta convencer a Calderón de recibir a Javier Sicilia, escuchar y atender sus reclamos.

Margarita logro convencer a un Felipe empecinado, a quien le ofreció la posibilidad de tener una segunda alternativa de sede. El Estado Mayor Presidencial fiel a su tradición institucional y lealtad con la patria ofreció el Alcázar del Castillo de Chapultepec.

De nuevo Margarita estuvo presente acompañando a su esposo en tan sensible encomienda, al final de la jornada el evento resultó un ejercicio pleno de diálogo e intercambio de ideas, Felipe Calderón sale bien librado y merece un reconocimiento público.

Cual hubiera sido el destino de estas circunstancias sin la fina e imperceptible intervención de Margarita Zavala, discretas acciones que incidieron favorablemente en la gobernabilidad de México. Es imposible asegurarlo, pero tal vez hubieran sido situaciones lamentables y desastrosas en la controvertida administración de Felipe Calderón.

Estos datos obligan a considerar a Margarita Zavala como un actor con peso político específico para la reconstrucción del PAN, y el apuntalamiento de un perfil competitivo del partido rumbo al 2018.

Hay que estar pendiente de los próximos movimientos de Margarita Zavala. Cabe el momento para reconocer su discreta pero efectiva participación en la gobernabilidad de México.

Columna publicada en la edición impresa de la revista política LA VERDAD.

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